Javier Osto:
El caso de Oscar Darío Macuto

Desde la infancia, desde el vientre mismo de nuestras madres, quienes nacimos y nos criamos en estas costas del rio Quebradón;  mucho antes de que por aquí se hablara de petróleo, de taladros y de macollas,  fuimos creciendo al fragor del duro trabajo del conuco, nuestros padres nos enseñaron  su sabiduría ancestral de la agricultura rudimentaria del machete, el hacha y el garabato, para producir comida y sacar adelante la familia a costa del sudor, del esfuerzo, arengados  de la fe y la esperanza,  que son los principios del agricultor para no dejarse vencer por la utopía del sacrifico que significa año tras año abrirle los brazos a la naturaleza y a la tierra para tomar de ella su benévola fertilidad.

I

Y en estas costas de Quebradón, nació y se crió Oscar Darío Macuto Villarroel, durante toda su vida, primero en la niñez y luego en la  juventud, anduvo detrás de su padre José Manuel Villarroel (el indio Suárez), después ya hombre,  siguió trajinando diariamente, esos caminos que cruzan sabanas y chaparrales para internarse en los montes  a cumplir con las faenas normales del campesino honesto, labrar la tierra y otras veces para procurarse una cacería, fuese cachicamo, lapa, acure o venado, o la pesca,  para dosificar la alimentación. 

II

Nunca pensó que después de adulto y hecho padre de  5 niñas y viviendo aún en su extrema pobreza, fiel compañera, por el hecho de seguir haciendo lo que siempre ha hecho en su vida, ir al conuco diariamente, un día fuese a ser preso y judicializado sin  ser culpable de un delito. 

III

El camino hacia el conuco de Oscar Darío, es el mismo de otros 20 agricultores del sector Las Gardenias, en la comunidad de Guatire, parroquia San Diego de Cabrutica, del municipio José Gregorio Monagas en la zona Sur de nuestro estado Anzoátegui. Desde hace muchos años ellos tienen sus conucos en los bajos  fértiles y frescos del río Quebradón, por lo que también han sido víctima de la contaminación que la petrolera le ha producido al rio en varias oportunidades. A orillas de ese  camino, hace unos 4 ó 5 años  aproximadamente, construyó la empresa PDVSA PETROCEDEÑO, la macolla P4, a escasos metros incluso, del sitio donde están los asientos de la casa donde creció y se formó  Oscar Darío Macuto, a lado de sus padres y de donde estaba el hato Jengibral, donde él cuando niño iba a tomar leche recién sacada de la ubre de la vaca.  Sin embargo, hoy en día, muchos de esos sitios, caminos y sabanas, y sobre todo desde hace algún tiempo para acá, están sembrados de desechos y desperdicios provenientes de la industria Petrolera.

IV

El 24 de julio a eso de las 2 de la tarde, Oscar Darío se dirigía a su conuco a reparar la cerca que protege su siembra,  llevaba su machete y un hacha, cuando fue alcanzado por funcionarios de la  Guardia Nacional Bolivariana y lo obligan a retornar a la Macolla P4, cerca de donde había pasado minutos antes porque es su camino natural mucho antes de que esa macolla existiera allí. Lo trasladan al puesto de comando en Petrocedeño y le fabrican un expediente que lo involucra en robo de material estratégico. Sus hijas, todas menores en compañía de vecinos, lo buscan por el conuco y el monte sin resultado,  hasta el día siguiente que acuden a poner la denuncia y se enteran que está preso y para completar puesto a la orden de la Fiscalía, que ya de por sí implica todo un meollo legal. La respuesta que recibimos fue “estaba y andaba en el  momento y el lugar equivocado ese día”.

V

Uno que también es campesino y que a diario andamos por estos montes y caminos en el trajinar de nuestra cotidianidad de agricultor y mediano productor o criador, nos preguntamos ¿Es que ahora debemos tener un horario y un momento para estar en determinado lugar? ¿Es que es un delito ir a nuestros conucos a cualquier hora del día  o pasar cerca de una macolla que abundan en todas estas sabanas, en nuestro ir y venir  ya sea a sembrar, a limpiar la siembra o a cosechar lo que producimos? Como campesino que somos, y poco letrados,  no entendemos mucho de estas cuestiones de leyes, ¿pero acaso sólo es válido el expediente que a alguien le haga un organismo de seguridad para imputar a un ciudadano, donde queda la debida investigación? ¿Qué pasa con los Derechos Humanos de ese ciudadano que sin ser culpable es judicializado y sometido luego a un régimen de presentación después de haber estado 8 días detenido?

VI

Y aquí me viene a la mente cuando con el actual Fiscal General de la República, en sus tiempos de joven nos reuníamos en el sector Simón Bolívar de El Tigre, a donde llegaba, algunas veces a pie con pleno sol o en el viejo Malibú de su padre. Allí hablábamos  junto a Carlos San Diego, junto a José Pérez, de tantas cosas, de política, de literatura, del PCV, de PRV-Ruptura, de Tercer  Camino, de los Derechos Humanos, de su libro “Los ríos de la ira” éramos jóvenes visualizando el futuro.  Entonces es necesario, Tarek,  que con razón estamos en  desacuerdo cuando hoy en día, en un mundo más avanzado, más globalizado, a un humilde campesino agricultor, se le violen su derechos y lo sometan a un régimen de presentación,  donde tenga que gastar lo que pudiera servirle  para darle algo de comer a sus cinco hijas menores. ¿Dónde quedan también las frases del Presidente Chávez y repetidas por el Presidente Maduro? “Es necesario volver al conuco”  pero también  es necesario que jueces y fiscales se toquen el pecho ante hechos como estos.

 

San Diego de Cabrutica, agosto de 2019.