CARACAS. Una agresiva política monetaria puesta en práctica por Nicolás Maduro castigó la oferta de créditos y el consumo. Cifras aportadas por la Comisión Permanente de Finanzas de la Asamblea Nacional apuntan a una drástica reducción de la variación del Indice de Precios al Consumidor desde febrero de este año. Por razones de teoría económica, la hiperinflación todavía no ha terminado. Pero entonces: ¿Por qué se han desacelerado los precios? ¿Ha funcionado la receta del régimen?
Según cifras del Parlamento, mientras que en enero de 2019 la inflación alcanzó 191,6%, en febrero el indicador comenzó a caer de manera sensible, pasando a 53,7%. Luego en marzo, cuando ocurrió un apagón generalizado, la inflación continuó su descenso hasta 18,1%. En abril volvía a tomar fuerza alcanzando 44,7%, pero todavía muy lejos de los tres dígitos. En mayo se desaceleró hasta llegar a 31,3%, mientras que en junio, el reporte fue de 24,8%. La variación acumulada fue de 1 155%, en tanto que la variación anualizada fue de 445 482%,.
Pero la hiperinflación, tal como apunta el diputado Angel Alvarado (PJ) no termina. Para ello, se requieren al menos 12 meses continuos con variaciones de precios inferiores a 50%, algo que todavía no ocurre en Venezuela. No obstante, es imposible pasar por alto la reducción en la inflación de 2019. ¿Cuál es el origen de la caída?
Nicolás Maduro ha implementado una agresiva política monetaria para intentar detener la espiral hiperinflacionaria. En el último trimestre del año 2018, comenzaron una serie de anuncios de incremento del encaje legal y el encaje sobre reservas marginales de la banca. En aquel entonces, anticipamos en El Cooperante que la medida provocaría una disminución sensible en la oferta crediticia y en consecuencia, la anulación de la razón de ser de la banca, que no es otra que la intermediación financiera.
Pero la intermediación financiera, es decir, la oferta de créditos, es un multiplicador del dinero. La multiplicación del dinero cuando la oferta de bienes y servicios se mantiene constante, genera inflación. El régimen de Nicolás Maduro vio en el encaje legal una oportunidad para detener el crecimiento de los precios. Ya las primeras semanas de 2019, el encaje legal subía hasta 57%, mientras que el encaje legal sobre reservas marginales alcanzaba un insólito 100%. En otros términos, por cada bolívar adicional en depósitos que reciban los bancos, el 100% del mismo no podrá ser utilizado para la intermediación financiera.
Así las cosas, el Gobierno pretendía detener el multiplicador del dinero para evitar que los créditos otorgados fueran adquiridos por empresarios para demandar divisas. La consecuencia inmediata fue una crisis de liquidez en la banca que terminó disparando la tasa overnight desde los 13 puntos promedio en enero, hasta 120 puntos promedio al cierre de junio, según cifras del BCV.
Maduro entonces prefirió castigar el consumo a costa de la reducción del ritmo hiperinflacionario, pues los créditos también actúan como dinamizadores de la demanda, particularmente a través de tarjetas de crédito. Hoy estos instrumentos son inútiles, pues los bancos no incrementan los límites y la hiperinflación dejó atrás los actuales montos. También, un esperado aumento del salario mínimo en mayo que se pronosticaba sideral, jamás llegó. Era otro claro síntoma de que el régimen avanzaba en su política de frenar el consumo, favoreciendo el ciclo recesivo del Producto Interno Bruto.
De allí que los anaqueles se encuentren abarrotados de productos que otrora escaseaban. Pero estos son inaccesibles para el bolsillo de los venezolanos, pues un salario mínimo apenas representa 4,8 dólares tomando en cuenta la tasa no oficial hasta el 15 de julio.
Fuente: https://elcooperante.com