Prisciliano Alfonzo Rodríguez:
Chucha margariteña tigrense (Jesusita Subero Ortega)

A muy temprana edad llegó a estas tierras que conforman la mesa de Guanipa la niña Jesús María Subero Ortega (Chucha) bajo la protección de sus padres Don Jesús Subero y Columba Ortega de Subero, quienes atravesando las bravías aguas del mar caribe proveniente de la isla de Margarita, llegaron a estas tierras a sembrarse junto a los chaparrales y mantecales, ella vio nacer a El Tigre, al cual le dedicó su vida.

CHUCHA como se hizo conocer en estas tierras calientes, donde su progenitor Don Jesús Subero, llegó con soplete en mano para unir dos culturas, como se une el hierro bajo el fuego incandescente que la magia de la soldadura crea, este roble margariteño trajo su descendencia y hacer historia en estas tierras que en sus profundidades corría una sangre negra que serviría para que el escritor Miguel Otero Silva plasmara su famosa “Oficina Nº 1” que la Chucha llegó a percibir en las tertulias margariteña que formaban en el hogar donde crecía.

Ella creció junto a sus hermanos, Doris, Jesús Rafael, César Augusto, Cruz Vicente, “Cheche” y su siempre compañera de infancia mi madre Estilita, crecieron bajo el calor de la margariteñia, fue viendo como desde una ranchería se fue formando un poblado que con el tiempo sería el promisor Tigre, que bajo el empuje de los margariteños y otros andante de camino, colocando su fuerza emprendedora desafiaban las dificultades y levantaban un espacio para el porvenir, ahí se fue forjando una niña que el tiempo la convertirían en parte de la historia de esta importante ciudad.

La tía Chucha, fue una mujer emprendedora, se hizo docente formadora de hombres y mujeres para el futuro, conoció el oficio de lo que se le dio el nombre la educación comercial, preparar gente para el manejo secretarial de una empresa, una excelente secretaria tenía que manejar el oficio de la taquigrafía, que en tiempos pasados era primordial para una buena secretaria, en ese oficio Chucha se hizo una ejemplar docente, junto a la mecanografía, estos oficios la llevaron a crear su propia academia para formar a los jóvenes de la época y creo la academia comercial José Antonio Anzoátegui, ubicada donde siempre fue su hogar, en la calle Ricaurte de Casco Viejo.

Desde ese recinto Chucha se dedicó a formar excelentes profesionales del oficio de la secretaria, por sus manos pasaron un centenar jóvenes hoy hombres y mujeres que de mano de esta forjadora aprendieron un oficio que sirvió de fuente para emprender su vida al prestar sus servicios como eficientes secretarias y secretarios.

Pero Chucha tenía otras cualidades, era una mujer bondadosa, de manos tendidas, una consejera llena de sabiduría, donde acudían quienes estaban necesitados de un consejo, también era una buena parlante, conversadora de mente clara para recordar detalles, era una biblioteca donde se podría encontrar cualquier dato histórico de El Tigre.

Chucha era una comadrona de la palabra, hacia parir ideas en una amena conversación, nunca renunció a su oficio de ejemplar mecanógrafa, cuando alguien necesitaba de redactar y trascribir un documento, una carta corría donde Chucha, para resolver esa apremiante necesidad.

Chucha levantó vuelo al infinito, su recuerdo estará presente en todos los que compartimos y convivimos con ella, aspiramos que esta mujer bondadosa que se sembró en El Tigre, convirtiéndose en el tiempo en un ícono de esta población, vean en esta docente que formó hombres y mujeres una huella a seguir, que su ejemplo de mujer emprendedora sirva de estímulo para seguir creando una verdadera república.

Aspiramos que esta mujer bondadosa tenga un especial reconocimiento de todos y todas aquellas a quien ella le tendió la mano, cuando necesitaron superar una dificultad, hoy nos queda recordarla con cariño, de mi parte siempre la tendré presente, la tía Chucha, estará en cada amanecer, siempre recordaré su santa bendición que me esparcía cundo la visitaba.

Chucha fue una mujer ejemplar, madre de todas las madres, nunca dejó la mano tendida a nadie en El Tigre, deja muchos hijos e hijas a quienes les enseñó el camino del bien. Paz a sus restos.